Salud sexual reproductiva y embarazos no deseados

El informe sobre el Estado Mundial de la Infancia 2011 otorga un protagonismo especial a la adolescencia, ese periodo en buena medida indefinido, olvidado y desconocido que va mucho más allá de los tópicos asociados.

En el documento titulado “Adolescencia: la edad de la oportunidad”, Unicef señala que en 2009 había más de mil millones de adolescentes de 10 a 19 años de edad en el mundo (unos 1200 millones). Esto supone el 18% de la población mundial. En América Latina, la población adolescente representa 19% del total de habitantes.

El sexo y la adolescencia están íntimamente unidos. La iniciación sexual se produce mayoritariamente en esta etapa, y muchos adolescentes de todo el mundo tienen relaciones sexuales.

La edad de iniciación, el matrimonio infantil, el acceso a métodos anticonceptivos, la información sexual, salud reproductiva, los embarazos no deseados... son algunos de los temas destacados en este documento de Unicef que pasamos a resumir.

Pensemos que la adolescencia supone casi una década de la vida del ser humano, una década crucial que tiene su importancia especial en los países en desarrollo, donde es más evidente que las desigualdades pasan a las siguientes generaciones cuando las adolescentes en condición de pobreza son madres.
  • En el informe vemos que los datos de encuestas en los hogares indican que en los países en desarrollo (excluida China) aproximadamente el 11% de las mujeres y el 6% de los varones de 15 a 19 años afirman haber tenido relaciones sexuales antes de los 15 años.
  • Para mantenerse sanos y seguros, los adolescentes necesitan tener acceso desde una edad temprana a servicios e información de alta calidad sobre la salud sexual y de la reproducción.
  • Las disparidades de género existentes en esta cuestión son considerables: mientras que los varones adolescentes tienen con mayor frecuencia relaciones sexuales de alto riesgo, también suelen utilizar en mayor medida preservativos.
  • La mayor vulnerabilidad de las niñas a los riesgos de la salud sexual y de la reproducción, así como los peligros contra la protección relacionadas con el género en muchos países y comunidades, hace que sea especialmente importante dotarles de los conocimientos y el acceso necesarios.
  • Un tema delicado es el matrimonio infantil, una tradición arraigada en muchos países y que está asociado con una alta probabilidad de complicaciones en el embarazo y el parto que como sabemos están entre las principales causas de mortalidad de las niñas con edades de 15 a 19 años en todo el mundo. Los matrimonios infantiles también están asociados a un mayor riesgo de sufrir infecciones de transmisión sexual y embarazos no deseados.
  • En relación a la salud sexual y reproductiva, un control insuficiente sobre su propia fertilidad lleva a muchas adolescentes a recurrir a abortos inseguros, corriendo el riesgo de sufrir lesiones graves o de morir, y a menudo de entrar en conflicto con la ley.

VIH y sida en la adolescencia

El VIH y el sida tiene una gran incidencia en determinados puntos del planeta y representan una gran amenaza para la salud y la supervivencia de la actual generación de adolescentes. Las niñas corren un riesgo mucho mayor de contraer el VIH que los varones, tanto como resultado de una mayor susceptibilidad fisiológica como porque a menudo carecen de control sobre las relaciones sexuales y el uso de preservativos.

La violencia sexual, tanto dentro como fuera del matrimonio, aumenta el riesgo de infección. Unicef, la OMS y otros organismos de salud internacionales se han puesto como meta el descenso de este riesgo y del número de afectados, iniciando campañas de información y concienciación en todo el mundo.

Esta labor es importante, ya que la inversión en servicios de salud de la reproducción y la difusión de conocimientos sólidos sobre el VIH faculta a los adolescentes en sus comportamientos y a la hora de tomar decisiones, y hay indicios de que estos esfuerzos están empezando a dar sus frutos, aunque en este caso existen también disparidades entre los géneros.

Aunque es mayor el número de mujeres adolescentes que se someten a la prueba del VIH, los varones suelen tener un conocimiento amplio acerca de la prevención.

Lograr que estos servicios e información estén disponibles durante la adolescencia temprana (10 a 14 años) es imprescindible para frenar la propagación del VIH; en la adolescencia tardía (15 a 19 años), el riesgo de infección para los jóvenes que viven países de alta prevalencia es ya muy elevado, por lo que hay que adelantar la edad para informar a estos jóvenes.

En definitiva, los derechos de los adolescentes en estos ámbitos son imprescindibles, y en general la “inversión” en la adolescencia es la manera más efectiva de consolidar los avances históricos logrados en la primera y mediana infancia desde hace algunos años, aunque como sabemos también en esa etapa de la vida hay mucho camino que avanzar y logros que conseguir.


Prevenir embarazos no deseados

Ana Langer, especialista en salud reproductiva, sostiene que penalizar el aborto es “castigar a las víctimas de la falta de acceso a la anticoncepción”. Hoy se presenta un observatorio que busca poner en la agenda el tema de la mortalidad materna.


 Por Mariana Carbajal

“Penalizar el aborto es castigar a las víctimas de falta de información, falta de acceso a la anticoncepción, a las mujeres que sufren violencia de género y a quienes les fallan los métodos de planificación familiar”, advirtió la médica e investigadora argentina Ana Langer, reconocida internacionalmente por sus estudios en salud reproductiva. Con larga trayectoria en México y en los Estados Unidos, Langer llegó a Buenos Aires para participar hoy, en conmemoración del Día de Acción Internacional por la Salud de la Mujer, del lanzamiento del Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva (OSSyR) de Argentina, una iniciativa de tres centros de investigación que busca poner en la agenda política el problema de la mortalidad materna del país, cuya causa principal en la mayoría de las provincias es el aborto inseguro.

Langer dialogó con Página/12 antes de partir rumbo a la Argentina desde Nueva York, donde dirige desde 2005 el EngenderHealth, una organización internacional líder en el campo de la salud reproductiva.

–En la Argentina alrededor del 40 por ciento de los embarazos terminan en aborto. ¿Hay países con menor tasa de embarazos no deseados? ¿Qué factores influyen para que sea menor la cantidad?
–Esa proporción es, en efecto, muy alta. En países donde el acceso a métodos anticonceptivos es mayor y los programas de planificación familiar son de buena calidad, la proporción de embarazos que terminan en aborto es significativamente menor.

Graduada en la Facultad de Medicina de la UBA, Langer vive desde hace años fuera de la Argentina. Trabajó de 1988 a 1994 en el Instituto Nacional de Salud Pública de México como directora de Investigación en Salud de la Mujer y el Niño, y de 1994 al 2005 como directora Regional para América Latina y el Caribe del Population Council. Hoy brindará en una de las salas del Paseo La Plaza una conferencia en el marco de la presentación del Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva (OSSyR) de Argentina (ver aparte).

–En la mitad de las provincias, la principal causa de mortalidad materna son las complicaciones de abortos inseguros desde hace años. ¿Cómo se podría cambiar esa realidad?

–La medida más importante y efectiva es prevenir los embarazos no deseados, garantizando a todas las mujeres –y parejas– acceso a un amplio rango de métodos anticonceptivos efectivos, incluyendo la anticoncepción de emergencia. La segunda estrategia es mejorar el acceso y la calidad de los servicios de interrupción del embarazo. En casi todos los países, incluyendo Argentina, el aborto es legal bajo un número de circunstancias; sin embargo, las mujeres que, en teoría, tienen derecho a esos servicios con frecuencia no pueden acceder a ellos por cuestiones burocráticas, porque los profesionales se niegan a dar los servicios, porque se cobra por una atención que debería ser gratuita. 

Con frecuencia, cuando logran ser atendidas, esas mujeres reciben tratamiento de mala calidad técnica y humana. En tercer lugar, la atención post-aborto (o atención a las complicaciones del aborto inseguro) debe ser accesible y de buena calidad, incluyendo el acceso a métodos anticonceptivos inmediatamente después de que las complicaciones sean tratadas. Finalmente, la legalización del aborto y el establecimiento de servicios de calidad para la interrupción del embarazo son las medidas que permitirían prácticamente eliminar esta causa de muerte materna.

–¿Está a favor de la despenalización del aborto?

–Estoy a favor porque tengo la convicción de que ninguna mujer “elige” el aborto y que éste es el último recurso al que se llega cuando, por circunstancias biológicas, emocionales o económicas, una mujer no puede llevar un embarazo no deseado o planeado a término. Penalizar el aborto es castigar a las víctimas de la falta de información, falta de acceso a la anticoncepción, a las mujeres que sufren violencia de género y a quienes les fallan los métodos de planificación familiar. La penalización no reduce el número de abortos, sólo aumenta los riesgos asociados a este procedimiento.

–¿Qué impacto en la salud de las mujeres en la Argentina podría tener una reforma legal que despenalice y legalice el aborto dentro de las primeras 12 semanas de gestación?
–Considerando la importancia del aborto como causa de muerte materna en la Argentina, esta reforma legal, si va acompañada de las iniciativas necesarias para asegurar la disponibilidad de servicios de calidad, tendría un efecto muy importante en la reducción de la mortalidad materna.